lunes, 21 de noviembre de 2011

Desvelos por Angèle Etoundi Essamba


Para Angèle el arte es el medio, la vía a través de la cual las jóvenes pueden recuperar su dignidad. Su labor consiste en brindarles los instrumentos necesarios para que adquieran una conciencia propia, que se rodeen de un universo más rico y tranquilizador en el terreno simbólico e imaginario. 

Todo ello gracias a la práctica del arte.
Sus fotografías nos abren una ventana a un mundo desconocido, nos muestran la figura de la mujer africana desde otro punto de vista.


Su obra exalta la belleza real, las protagonistas de sus fotos son mujeres reales, naturales, ahí reside la fuerza de su trabajo. A través de las diferentes texturas, escenarios naturales, y sobre todo del color, consigue transmitir fuerza, emoción y  cercanía.

El cromatismo es uno de los puntos clave de su trabajo, en cada imagen existen uno o varios colores que la invaden, creando una atmósfera de misterio o mostrando un modo de vida. Consigue captar la atención del público y dirigirlo hacia el elemento central de la fotografía.
Las miradas se convierten en protagonistas, de ahí que utilice los primeros planos y recurra mucho al retrato, porque a través de los ojos de estas mujeres conseguimos ver la realidad.
Se detiene a fotografíar los detalles, y en las fotos individuales se puede observar que no le preocupa cumplir las reglas de la composición, se centra en aquello a lo que quiere dar importancia, sin importarle recortar la imagen todo lo que considere necesario.

Se puede observar como predominan las líneas, tanto aquellas que se forman de modo natural, como las creadas por otros elementos, como máscaras, velos etc. Cumple por norma general la regla de los tercios, por lo que no se crea una sensación de agobio, ni sobrecarga. Las imágenes están en perfecto equilibrio, y las luces y sombras también juegan un papel fundamental para esta artista.
Nos muestra a una mujer racial, femenina, nos enseña su belleza y acaba con ciertos estereotipos. Acercándonos a una África más moderna, a través de ellas, de su modo de vestir y de sus costumbres.

Angèle no sólo realiza una labor social y educativa para las jóvenes de Camerón, a través de su Fundación Essamba, sino que gracias a su trabajo va mucho más allá. Consigue transmitir esa realidad al resto del mundo a través del arte. Y lo más importante promoviendo el respeto mutuo, el entendimiento y la tolerancia.

“Essamba utiliza el cuerpo humano como un plano estético para representar la realidad mental del exilio y la vida entre dos culturas (…)”

domingo, 30 de octubre de 2011

Edificio Bibliotecas








"La vejez no significa nada más que dejar de sufrir por el pasado"

Texto de Asier Barandiarán

El 10 de junio de 1973 se celebró en Oiartzun (Guipúzcoa) un homenaje a un bertsolari. A este acto fue invitado Xalbador, el pastor de Urepel (Baja Navarra). Cuando le tocó su turno, se acercó con solemnidad al micrófono. Su figura mostraba a un hombre sereno y rebosante de confianza. Don Juan Mari Lekuona fue el encargado de comunicarle el tema sobre el que debía cantar de un modo improvisado: “Xalbador, éste es tu tema, las manos de la abuela, “amatxiren eskuak”. Tras unos segundos de concentración empezó a cantar con una melodía suave y nostálgica:



Escucha abuela, hace ya mucho tiempo que viniste al mundo, y en tu interior has pasado muchas preocupaciones.
Al contemplar con mi fina mirada esas queridas manos arrugadas, me viene un temor de que pronto tendrás que dejar este mundo.

 






Los oyentes no esperaban esta salida. Mirando a Xalbador podrían asegurar que no es un ejercicio de erudición y rima el de éste buen pastor. En su cara parecía vislumbrarse una añoranza de esa “amatxi”. Xalbador, sin cambiar el gesto grave y profundo de su rostro, canta su segundo bertso:


He visto en todo el mundo a otras muchas “amatxis”,
Señor, por favor, que me perdonen hoy lo que digo,
que tus manos, “amatxi” mía, no se agarroten nunca,
pues éste tu nieto tanto ama las caricias de esas manos arrugadas.

   








Cuando los oyentes todavía no se habían repuesto de la emoción, Xalbador lanzó al aire su tercer bertso:



Mi “amatxi” en todo el mundo ¿acaso tendría una igual?
estoy dudando de que alguna vez hubiese tomado un descanso,
ahora se le han envejecido las manos,
y sus venas azules las tiene ahí a la vista,
no es de extrañar... ¡tanta labor han hecho!



 Xalbador con esa mirada suya perdida 
en el horizonte está viendo a su abuela trabajando, hilando la lana, cuidando la olla en el fuego, meciendo la cuna de su nieto, desgranando las mazorcas de maíz o las cuentas del rosario. 


Una abuela, con unas manos arrugadas, que fue la memoria de esa comunidad familiar.

Ciudadela y Poema "La ciudad"



De la ciudad 
no puedo decir nada,
porque llegué dormida 
como quien llega al mar
a no pensar




Vivir en la ciudad 
es como
un sueño largo, 
uno no sabe nunca 
cuándo va a bostezar 
y empieza el despertar


De la ciudad 
no amo
a los que dicen 
que quieren regresar,
la ciudad 
se hizo para hablar, 
el mar para callar









En la ciudad 
sólo viven los que tienen valor
para no regresar,
a morderse los sueños en el mar